El checo Milan Kundera dio el paso a la primera división literaria con aquel título tan jeroglífico como "La insoportable levedad del ser". La gran mayoría de lectores no conocía a otro autor de aquellos lares que no fuera Kafka, por cierto, el típico autor/ejemplo al que todo el mundo cita y casi nadie ha leído.
Pues bien otro Milan, en este caso, Baros nos ha hecho soportable, y felices, con su levedad y la manera de entender el fútbol.
Baros, el nigromante del área, nos mostró cómo se puede disfrutar del fútbol con desparpajo, clase, atrevimiento y juventud. El pichichi de la Eurocopa volvió a deslumbrarnos ante los ojos del dragón en Oporto. Sus dos goles fueron pura sutileza. Una bendición para Benítez en el Liverpool.
Dinamarca mereció mejor suerte. Luchó hasta el final y eso es aplaudible, como ejemplo de unos deportistas que realzan ese tipo de valores colectivos, ante el mosqueo perenne de las figuras cuando les cambian, por ejemplo. Es mejor que los chavales aficionados al fútbol vean a unos jóvenes escandinavos sudar la camiseta, sin gestos de cara a la galería, que a un Figo marchándose al vestuario enfadado por su sustitución y sin dignarse a apoyar a sus compañeros en el banquillo.
Ya tenemos las semifinales conformadas.
El viernes en el José Alvalade de Lisboa las huestes del sargento alemán Otto Rehhagel dieron cuenta de la grandeur francesa. Los griegos han metido a su selección en las semifinales ante el flipe de la cátedra futbolera. Yo después del partido de Portugal lo comenté, este teutón ha inculcado una fortaleza mental a su equipo similar a aquel entrenador de la Alemania del Este que se hizo cargo de la selección de Egipto de balonmano y fue temida en todos los eventos mundiales.
El sábado Holanda rompió el gafe de los penaltis y gracias a una extraordinaria parada de Van de Sart y al acierto del pipiolo Robben la oranje disputará las semifinales ante la anfitriona Portugal. Partidazo a la vista.
Hoy en Ystad (Escania) reinará la desolación en la comisaría. Kurt Wallander paseará por el puerto de Malmoe para llegar a comprender como el fútbol nos hace felices y desdichados.
El fin de semana lo he pasado en el camping de Praia do Guincho donde trabaja Fátima. Me he instalado en un bungaló y me he dedicado a leer la última novela de Andrea Camilleri "Un giro decisivo". De vez en cuando me iba hasta la playa, hacía un intento (nulo) de meterme a un agua que estaba heladora, dicen que a 7 grados. Vaya con la corriente marina del Ártico. Me refrescaba en la orilla y regresaba al camping. El sábado por la noche preparamos una sardinada en la que corrió el vinho verde. Acabamos cantando fados y unas cuantas rancheras que les enseñé a un grupeto de Setubal, como la del Coyote, una de mis favoritas.
Me cuentan desde España que los medios ya han aupado a Luis al puesto de seleccionador. A ver quién les contradice. Yo estoy con Clemente y lo mejor es que le pongan a Michel, es el que más sabe, jugaremos al ataque, con calidad, con actitud ganadora, nos agacheremos en las faltas y les tocaremos los huevos al contrario.
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