Juan Ángel Monreal / Diario de Noticias
Crece Frontis, y esa es una buena noticia. Para el público, para el campo aficionado y para los pelotaris. Para los propios y para los de las otras empresas, que ven cómo toma forma un proyecto que parece saber hacia dónde camina.
Con 18 pelotaris afiliados a la Seguridad Social como asalariados, Frontis se empeña en demostrar que es posible ofrecer espectáculo y hacer negocio desde el respeto a los méritos deportivos y a las federaciones. Que la mano profesional puede regirse por criterios similares a los de otros deportes, donde ocupas el puesto que te corresponde, y no el que decide un tipo sentado detrás de una mesa. Que los controles antidopaje deben quedar a cargo de organismos independientes, porque lo contrario abre la caja de las sospechas.
La entrada de Televisión Española respalda el paulatino despegue de una promotora que se ha reforzado con aficionados punteros como Bengoetxea, Ruiz y Urdániz. Con ellos, con alguno de los veteranos y con profesionales ya contrastados como Altuna, Antxia o Nagore, Frontis posee los mimbres para ofrecer un espectáculo notable, desde luego no inferior al que se ve en los primeros o terceros partidos de festivales televisados.
Éste es el camino que han escogido Carlos Armendáriz, Inaxio Errandonea y Karmelo Ariznabarreta, fundadores del proyecto. Han superado los 18 meses de vida y han pasado con cordura y bastantes partidos un verano complicado, en el que sus competidoras han mezclado profesionales y manistas sin debutar.
Enrocadas en una Liga de Empresas irreal y artificiosa, Aspe y Asegarce mantienen un camino que, en buena medida gracias a dinero público, resulta muy rentable, pero que no es el único. Y ni mucho menos el más justo.
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